El sobrepeso y, sobre todo, la obesidad, pueden tener graves consecuencias para la salud porque contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer, entre otras, por lo que el exceso de peso se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial. Aunque una dieta inadecuada rica en grasas y azúcares, el sedentarismo y la predisposición genética se consideran las principales causas de la obesidad, la herencia no puede explicar por completo la propensión a engordar.
Ahora, un nuevo estudio realizado por científicos de Charité – Universitätsmedizin Berlín y publicado en Science Translational Medicine ha mostrado que un tipo de formateo del código de ADN en un gen relacionado con la sensación de saciedad y está involucrado en un riesgo ligeramente elevado de exceso de peso corporal, al menos en las mujeres. Esta “marcación epigenética” se establece tempranamente durante la etapa embrionaria.
Aunque es cierto que la predisposición genética desempeña un papel clave, junto con el estilo de vida, la similitud del índice de masa corporal (IMC) en gemelos idénticos oscila entre el 40 y el 70%.
Incluso los gemelos idénticos criados en diferentes familias todavía muestran la misma similitud significativa. Los científicos han identificado diversas variantes genéticas que influyen en el peso corporal de una persona y en sus probabilidades de desarrollar obesidad, pero incluso tomados en conjunto, no pueden explicar la heredabilidad que se ha observado.
Por ello, los investigadores sospechaban que debían existir factores no genéticos adicionales que influyen sobre la propensión de una persona a aumentar de peso.
¿Qué influye?
Los investigadores dirigidos por el Prof. Peter Kühnen, director del Departamento de Endocrinología Pediátrica de Charité, acaban de identificar uno de esos factores que determinan la ganancia ponderal. Sus hallazgos revelan, en concreto, que el riesgo de las mujeres de tener sobrepeso aumenta alrededor de un 44% si hay una cantidad especialmente grande de grupos metilo adheridos al gen POMC (pro-opiomelanocortina), que es responsable de la sensación de saciedad.
Los grupos metilo son pequeñas unidades químicas que el cuerpo utiliza para marcar las letras en el código del ADN para activar o desactivar genes sin modificar la secuencia de letras en el ADN. En otras palabras, el efecto es muy parecido a resaltar una sección de un texto sin volver a escribir el texto en sí. Este tipo de “formateo de ADN” se conoce como marcado epigenético.
Los investigadores analizaron el “formateo” del gen POMC en más de 1.100 personas. Encontraron más grupos metilo unidos al gen de la saciedad en mujeres obesas con un IMC de más de 35, que en mujeres con un peso corporal normal. “Un aumento del 44% en el riesgo de obesidad es casi el mismo que el efecto que se ha observado también para las variantes genéticas individuales”, señala Kühnen. “En comparación, los factores socioeconómicos tienen un efecto mucho más fuerte. Pueden aumentar el riesgo por un factor de dos a tres. En cuanto a por qué el efecto de metilación solo aparece en las mujeres, aún no lo sabemos”.
El gen POMC se “formatea” en etapas muy tempranas del desarrollo embrionario, como demostraron los investigadores al comparar los patrones de metilación en más de 15 conjuntos de gemelos idénticos y mellizos. Si bien el “formateo” del gen de la saciedad fue el mismo en la mayoría de los gemelos idénticos, apenas hubo correlación en los gemelos fraternos. “Esto indica que el marcado epigenético del gen POMC se establece poco después de que el óvulo y el espermatozoide se fusionen, antes de que el óvulo fertilizado se divida”, explica.